Y ese hombre. Con la teba verde del año pasado. Que ya era antigua el año pasado. Que coraje que daba, con la caló que cayó. Las mismas ferias de abril que Eduardo Canorea tiene la teba. La dejas sola y se va caminando con la almohadilla bajo el brazo. Tendido alto. Debajo la banda. Para farolillos tiene otra. Azul. Se puso una medalla nueva. Justo a la salida del segundo. Dos gotas de helado magnun se deslizaron debajo del mentón. De chocolate. La quiso camuflar con un pañuelo frotado y la hizo superior. Queasco ¿ no? Dijo mirando a la teba. Luego lo repitió más veces. Siete. Como los siete toros. Queasco ¿Qué no?. Que sin raza, como alocada, mansa, peligrosa y decimonónica. Sólo Antonio Barrera sale damnificado con una actuación que no se mereció su lote. Dolorosa corrida en el regreso de Dolores Aguirre a Sevilla. De circo.
El hombre de la teba verde es grueso. Bueno, que está gordo. Mira que nos empeñamos en eufemismos. Por ejemplo, que la corrida de Dolores Aguirre de Pamplona de hace dos años fue muy buena. Pues hombre, mansa, sin gastarse en varas y fue y vino sin un pase por debajo de la pala del pitón. Mucho aire. Ahora, a años luz de ésta, bien comida y rematada y de cuajo menos el primero. Dio igual, pero fue mal enlotada. No abrieron a los dos burracos, los de mejores hechuras que le tocaron a Cortés. Uno fuerte y un chorreado sin canal pero con mucho hueso y alto, que abrió plaza, fue el lote de Barrera y uno en “Atanasio” de cuerna acucharada, junto a uno fuerte de presencia, pero muy endeble , el de Aguilar, que luego lidió a un sobrero con el peligro de los mansos con peligro.
La voluntad de la ganadera sería otra. No hay duda. El hombre de la teba me dice mirando con melancolía al palo del helado mágnum: ya, buena gente era San José, y era carpintero. Óle. Y ni un ole. Sólo ese rugido seco frente al esfuerzo, que suena bien, pero que se queda chico. En los dos toros los arrancó Barrera de las gargantas. Secos olés de ay ay. Manso y feo el que abrió plaza, le dio tantas ventajas que si al toro no le dio vergüenza es porque no la tenía. Sin cerrarlo ni probarlo se puso de lejos para ver si iba y se iba de la muleta. En una tanda con la derecha se le vino, pero, como toda la corrida, lo hizo como dan las palmas un grupo de finlandeses en Lola de los Reyes. Sin ningún compás. Porque ni en las malas ideas tuvieron compás. Las malas ideas han de tener, al menos, uniformidad. Para usar una técnica. Dos. Tres si quieren. Pero no una en cada arrancada.
El cuerpo iba por arriba, en el cabezazo, un pitón por un lado, el otro por el otro, siempre por dentro. Y por el lado izquierdo, de cama. Eso, al principio, por la firmeza del torero. Luego fue recortando el viaje y ya se venía para quedarse. Ni la generosidad de una embestida al entrarle a matar tuvo. Por eso lo pinchó. El quinto se metió por debajo de los capotes, apretó adentro de manso en el peto y midió, probó y en una movilidad defensiva, áspera. Otra vez firmeza del torero, de brazos y piernas y mucha vergüenza en una faena larga. Incluso se la puso por el pitón izquierdo antes de apiolarlo de buena estocada. Esa ovación si tuvo que saber a gloria.
De los dos burracos, de salida suave en manso, uno no tuvo fuerza ninguna, y no le ayudó la forma de salir de un capotazo, abriendo mucho y feo una mano. Un inválido. El quinto se tumbó dos veces en el albero mientras el hombre gordo (si, hombre, gordo) de la teba, miraba con más melancolía al suelo en donde estaba el palo del mágnum de chocolate y decía: queasco ¿Qué no?. Salvador Cortés, al menos tiene la oportunidad de los de Victorino. En cuanto al debutante Alberto Aguilar, idem de lienzo. Un toro muy desrazado y a peor en ideas al que le quiso aprovechar la inercia inicial, pero se fue achicando el toro con su guasa. Y como descoordinado, ,de varias velocidades en un mismo instinto defensivo. El sobrero fue uno de esos que huyen, con poder y listos. Ni un pase. Otra vez será. Se me quedó la estrofa y se la escribo con todos mis respetos a la ganadería. Queasco ¿Qué no?
Real Maestranza de Sevilla. Tercera de Abono. Media plaza. Toros de Dolores Aguirre, el sexto como sobrero, muy desiguales de tipo y hechuras, y de infumable comportamiento por complicados o descastados según los casos. Antonio Barrera, silencio tras aviso y ovación tras aviso; Salvador Cortés, silencio y silencio tras aviso; Alberto Aguilar, silencio y silencio tras aviso.
