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Madrid (España).El pasado domingo, ardieron las taquillas de la plaza de toros de Palma de Mallorca. Las investigaciones señalan a un grupo de antitaurinos, que dejaron una pintada con sus siglas en el lugar de los hechos: Frente de Liberación Animal. No es una chiquillada: el A.L.F (siglas en inglés) está en la lista de organizaciones terroristas que maneja el FBI y es considerada una amenaza interna por los servicios de seguridad de Gran Bretaña. Su acto no sólo refleja su radicalismo e intransigencia, sino que puso en peligro la vida de cualquier persona que pudiera verse afectada por el fuego y dañó un monumento de alto valor artístico. Estaban quemando historia.
La plaza de toros de Palma de Mallorca, también conocida como Coliseo Balear, es una de las joyas del patrimonio histórico de la ciudad y una de sus principales atracciones turísticas. Comenzó a construirse en 1928, bajo la dirección del arquitecto y urbanista Gaspar Benazzar, cuyo trabajo fue decisivo en la apariencia y la organización de la ciudad. En el proyecto también participó José Tous y Ferrer, uno de las figuras más relevantes de la ciudad. La plaza se inauguró el 21 de julio de 1929, por lo que ha cumplido recientemente 84 años.
Durante muchos años, especialmente en las décadas de 1960 y 1970, fue una de las plazas más importantes del país: con alrededor de treinta corridas al año, su temporada vio anunciarse los nombres de toreros clave en la historia de la tauromaquia, como Luis Miguel Dominguín, ‘El Viti’ o ‘El Cordobés’. Cuando su actividad taurina decreció, se convirtió en el lugar de celebración de conciertos por excelencia y acoge acontecimientos de todo tipo. No es la primera vez que sufre ataques por seguir ofreciendo el espectáculo para el que fue concebida y construida. Pero el próximo 8 de agosto acogerá de nuevo una corrida de toros; seguirá formando parte de la historia.
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