ÁLVARO ACEVEDO
MADRID (España). La Feria de Otoño de 2001 concluyó y con ella se cierra la temporada en Las Ventas a falta de una novillada que se celebrará el próximo domingo. Fue una feria de contrastes en la que convivieron tres salidas en hombros, dos cornadas, muchos toros inservibles, unos pocos con calidad, una gran corrida de rejones y algún espectáculo tedioso. Mundotoro les ofrece las claves de dos fines de semana en los que se vivieron todas las caras de la Fiesta.
POR LA PUERTA GRANDE
Luis Francisco Esplá fue el único matador de toros que abrió la Puerta Grande, y lo hizo utilizando a la perfección las armas que lo han hecho torero de Madrid. Inteligente, torero, lidiador y con una capacidad asombrosa de acaparar la atención del público en todo momento, el alicantino cortó dos orejas siendo fiel a su tauromaquia. Esplá entendió al toro y a la heterogénea afición de Las Ventas, erigiéndose así en triunfador indiscutible de la Feria.
ENCABO Y OTROS QUE DESTACARON
A Madrid llegó un torero joven pero maduro para confirmar lo que ha venido apuntando a lo largo de toda la temporada. Luis Miguel Encabo, por las cogidas de sus compañeros de terna, tuvo que matar cinco toros y ofreció pruebas notorias de su condición de torero largo. Ante animales de muy distinto juego intervino con acierto en quites, banderilleó a la perfección, cuajó una excelente faena algo empañada por culpa del viento y cortó una oreja de raza a un animal peligroso, en medio de un temporal de viento y lluvia. Sólo el mal manejo de la espada le privó de cruzar la Puerta Grande.
Por su parte, Rivera Ordóñez cuajó en Madrid varias series de naturales de gran nivel a un toro de Manolo González. Rivera bajó la mano, se rompió toreando y logró que la afición de Madrid se le entregase. Los pinchazos finales no deben dejar en el olvido la actuación de un diestro que recordó al de valor sereno y toreo puro y de verdad que deslumbrara en sus primeros años de alternativa.
Aunque con una dimensión menor, también Manuel Caballero hizo cosas interesantes ante el único toro bueno de El Puerto de San Lorenzo.
Caballero logró dos tandas templadas por el lado derecho aunque luego la faena se viniera abajo tras un desarme cuando toreaba al natural. Finalmente, el novillero Antón Cortés confirmó su calidad y empaque, y además evidenció notables progresos técnicos y mucho sitio en la cara de los utreros.
CAYERON EN EL INTENTO
Mariano Jiménez y Alfonso Romero sufrieron sendas cornadas en la tarde del 12 de octubre, cuando intentaban confirmar todo lo bueno que habían hecho en Madrid en el mes de agosto. Mariano no tuvo opciones de lograrlo al ser cogido en su primer toro cuando intentaba poner el tercer par de banderillas. Su tarde, aunque sangrienta, debe contar como un triunfo a la hora de contratarlo el año próximo.
Distinto es el caso de Alfonso Romero porque el murciano, antes de que su segundo toro le prendiera, había dejado su sello en el primero de su lote. Empaque de torero caro, ritmo y gusto con el capote y plasticidad con la muleta fueron las cualidades de un diestro que merece la pena esperar por el bien de la Fiesta, cada vez más ayuna de toreros de clase.
OASIS DE REJONEO
La corrida de rejones supuso un auténtico oasis triunfal que nos extrapoló a lo que fue Madrid hace ya bastantes años. Una corrida excelente de juego y armónica de hechuras de Julio de la Puerta, un público justo que acudió a la plaza en positivo y tres grandes rejoneadores que estuvieron a gusto porque los elementos así se lo permitieron. Joao Moura, magistral a la vez que valiente, cortó dos orejas; Andy Cartagena, arrollador y en figura, se llevó tres; y Leonardo Hernández, siempre muy enrazado y a veces brillante, sólo cortó un trofeo por fallar con los rejones de muerte.
CONTRASTES GANADEROS
En el apartado ganadero hubo de todo pero a veces, la expectación previa que levantaron algunos hierros fue inversamente proporcional a los resultados obtenidos. El caso más patente fue la corrida de Adolfo Martín, de la que se esperaba mucho pero que defraudó con toros inválidos y peligrosos a partes iguales.
Por el contrario, Julio de la Puerta se cubrió de gloria con una extraordinaria corrida de rejones en la que embistieron seis de seis: lo nunca visto. Otro ganadero estrella, Núñez del Cuvillo, echó tres toros complicados y dos de gran nota. Uno destacó por su nobleza y tranco, y otro por su manera de repetir y desplazarse de manera incansable. Ambos ejemplares hubiesen lucido mucho más en una tarde de menos viento donde los toreros hubieran podido plantear las faenas lejos de las tablas.
Del resto es de justicia destacar un toro de Manolo González con calidad y que humilló de manera excelente, y la novillada de El Ventorrillo, que sin ser nada del otro mundo tuvo raza y algún ejemplar noble. Finalmente, la corrida de El Puerto de San Lorenzo suspendió sin paliativos por su mansedumbre, y un solo toro con bondad no pudo salvar al deslucido conjunto.
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