Triunfó la garra, el riesgo y la espectacularidad de los jóvenes rejoneadores Rui Fernández y Sergio Vegas en el último festejo del abono de la feria vallisoletana de la Virgen de San Lorenzo, que resultó un espectáculo entretenido del que disfrutó el público vallisoletano que llenó en más de tres cuartos el aforo del coso de Zorrilla.
Se corrió un encierro de los hierros charros de Castillejo de Huebra y José Manuel Sánchez bien presentado, que en líneas generales se dejaron y acudieron al caballo, aunque es cierto que sin codicia y con esa chispa que necesita este bello espectáculo del arte del rejoneo. La excepción la protagonizó el tercero, Soñador de nombre, bravo y con casta, que tuvo movilidad y acudió con presteza a los embroques.
Ante este buen ejemplar el portugués Rui Fernández protagonizó los momentos más emocionantes de la tarde con un toreo muy técnico, espectacular y acertado. Hubo banderillas clavadas en lo alto y colocadas al quiebro en el que en el momento del embroque los pitones del toro se encontraban a escasos centímetros de la excelente cuadra de caballos que desplazó hasta Valladolid el luso.
La faena fue a más y la buena doma de este caballero portugués se dejó notar en todas las suertes. Rui Fernández acertó en el rejón de muerte y logró cortar un apéndice a este toro encastado que fue aplaudido en el arrastre.
El otro gran triunfador de la tarde fue el caballero vallisoletano de Rueda, Sergio Vegas que estuvo muy asentado y entonado ante un toro algo reservón con el que Sergio tuvo que arriesgar mucho. Vegas demostró a sus paisanos que ya no es ese rejoneador tan bullidor y alocado y que ha trabajado mucho más su doma. Estuvo francamente bien en algunos pares colocados en quiebros en los que aguantó mucho una embestida corta del astado. Siempre clavó en todo lo alto y meritoria fue la colocación de una rosa en el hoyo de las agujas. Mató bien y unido a los embroques ceñidísimos, en algunas ocasiones hasta temerarios, hizo que el público le premiase con una oreja.
Se presentaba en Valladolid uno de los triunfadores de San Isidro, Álvaro Montés, que realizó una cuajada faena que fue de menos a más. Montes demostró su técnica y su buena doma y alternó estos ingredientes con algunas cabriolas espectaculares que llegaron hasta los tendidos. El mal uso del rejón de muerte le privó de pasear por el anillo pucelano algún trofeo.
Por su parte, el luso – sevillano Diego Ventura, que en pasadas temporadas obtuviera sonados triunfos en esta feria, echó por tierra con el rejón de muerte una meritoria actuación ante un descastado toro muy reservón que no acudía a los embroques. A pesar de ello, Ventura se entregó en banderillas, destacando dos pares que clavó arriba.
Encabezaba la terna de caballeros el cordobés Leonardo Hernández que tuvo una actuación destacada templando muy bien la embestida de un toro, que tras los rejones de castigo se enceló bien en el caballo. Tras un buen tercio de banderillas Hernández empañó su faena con un bajonazo que le impidió triunfar en Valladolid.
Por último, completaba este cartel del arte del rejoneo, uno de los clásicos, Luis Domecq, que se las tuvo que ver ante el peor de la tarde. A pesar de intentarlo, el mayor de los Domecq no estuvo muy afortunado en las suertes y asestó un bajonazo a su enemigo que lo finiquitó inmediatamente.