Martes 1 de junio de 1982. Expectación por las nubes. Pasión. Entusiasmo. En el cartel toros de Victorino Martín y frente a ellos, tres héroes dispuestos a todo, Ruiz Miguel, Luis Francisco Esplá y José Luis Palomar. ¿El resultado? Un festejo tan extraordinario que muchos lo dieron en llamar “La corrida del Siglo”. Un grandioso espectáculo que casi cuatro décadas después mundotoro quiere rememorar de la mano de sus protagonistas.
Fue en plena Feria de San Isidro, con lleno a reventar en Las Ventas, y retransmitida en directo por TVE. En la arena, seis toros de Victorino Martín, de gran juego, al quinto se le dio la vuelta al ruedo en el arrastre. Ruiz Miguel cortó una oreja a cada uno de su lote, Luis Francisco Esplá las dos del excelente quinto, y el soriano José Luis Palomar obtuvo una oreja del tercero, con dos vueltas al ruedo, y otra más del sexto. La plaza fue un clamor durante toda la tarde y ya a la muerte del quinto el público obligó a los espadas, al ganadero y al mayoral a dar la vuelta al ruedo. Minutos más tarde, los matadores y Victorino Martín fueron paseados en hombros y sacados en volandas por la Puerta Grande al grito de ‘Esto es la Fiesta’.

RUIZ MIGUEL: ‘DIO CONSISTENCIA A LOS ÉXITOS QUE HABÍA TENIDO Y MORAL PARA LOS QUE VINIERON DESPUÉS’
Como cada año, Francisco Ruiz Miguel afrontaba la feria de San Isidro de 1982 con la intención de resolver su temporada en la monumental venteña. Ya había triunfado en su anterior comparecencia en el abono, pero aquel 1 de junio el maestro gaditano hacía el paseíllo con la intención de redondear su participación en el ciclo con una ganadería a la que de sobra conocía : Victorino Martín.
«Mi vinculación con la ganadería de Victorino venía de atrás; había toreado más corridas de esta casa, había triunfado con ellas y más o menos les tenía cogido el sitio, pero lo de aquel día tuvo una trascendencia bárbara, por la rotundidad de los triunfos y la apoteosis en que derivó el acontecimiento».
Ruiz Miguel, encargado de abrir plaza, fue también quien obtuvo la primera oreja del festejo. «Recuerdo que la gente entró rápido en la faena a pesar de abrir plaza y que a al hora de matar, el toro dobló una mano y la espada cayó un poco baja. Por eso no corté la segunda oreja. La del cuarto fue más rotunda y compacta. El toro fue mejor y le ligué series de mucha emotividad, y aunque lo pinché conseguí la oreja que me abría la Puerta Grande. Fue una tarde histórica y en lo personal aportó solidez a mi carrera, consistencia a los éxitos que había tenido y moral para los que vinieron después».
ESPLÁ: ‘ENGANCHÓ A MUCHA GENTE NO TAURINA EL HECHO DE EMITIRLA POR TELEVISIÓN’
Fiel a su personalísimo estilo, lacónico y heterodoxo, el matador de toros Luis Francisco Esplá, único diestro del cartel de la Corrida del Siglo en cortar dos orejas a un mismo toro, el quinto, rememora como algo «muy lejano» aquella tarde del 1 de junio de 1982, una fecha que significó para el alicantino un revulsivo definitivo en su carrera:
«Aquel triunfo fue decisivo, es como un éxito que avala el buen momento en el que te encuentras. En ese momento estaba en un momento crítico de mi carrera, porque se cuestionaba mi estancia. Llevaba dos años en buen momento pero necesitaba ese revulsivo que me confirmara y aquella tarde fue decisiva».
Y no lo fue solo para el diestro levantino, sino también para la Fiesta, ya que la retransmisión (o repetición) del grandioso espectáculo por televisión, tal había sido la magnitud del extraordinario acontecimiento, la hizo llegar a nuevas fronteras de público, tal y como Luis Francisco asegura: «Creo que enganchó a mucha gente no taurina. El hecho de que se repitiera por televisión constituyó un precedente casi histórico y eso hizo que se engancharan generaciones de jóvenes porque fue algo excepcional».
PALOMAR: ‘FUE UNA DE ESAS TARDES QUE SE DAN MUY DE VEZ EN CUANDO’
El más joven de la terna, José Luis Palomar nos cuenta que vivió ese día «como algo muy especial, tanto antes porque era muy importante ese día dentro de la feria, como después tras salir en hombros con el ganadero y los compañeros». Ese día tuvo un significado especial para el torero soriano «fue una corrida que ha pasado a la historia, además viví la salida en hombros en San Isidro fue realmente importante para mi, a los 17 días toreé la Beneficencia también con toros de Victorino y para mi esas dos fechas fueron vitales».
El diestro de Soria recuerda «mis faenas fueron distintas porque los toros también lo eran. Mi primer toro fue bravo y fiero, lo pude cuajar por el derecho. Al mi segundo, todo lo contrario, lo cuajé por el izquierdo, además con el peso que estaba tomando la tarde, tenía una papeleta. Al final fue todo bien, y bonito para la fiesta, escuchar los gritos de la gente gritando «torero, torero». Una de esas tardes que se dan de vez en cuando».