Las seis faenas ejecutadas en la Maestranza merecieron otros tantos silencios. En la mayoría de los casos fueron silencios de esos tan terribles que suele otorgar Sevilla cuando al torero no le ven futuro, y el templo considera que es absurdo e innecesariamente cruel hacer leña del árbol caído.
Quizá el tiempo le quite la razón al público maestrante, y tanto Morenito de Aranda, como Ismael López y Tomás Preciado, acaben siendo figuras del toreo en esta primera década del siglo XXI. Quizá, pero el público lo vio de otra manera. No era para menos, desde luego, porque ninguno de los tres estuvo bien.
Deberíamos salvar, en cierta medida, a Ismael López, porque se enfrentó al novillo malo de la tarde, y al menos bueno de los buenos. Con el malo estuvo decidido y firme, pero con el otro, comenzó bien y acabó mal.
El novillo, que escarbó desde que salió al ruedo, y que se lo pensó mucho antes de embestir, cuando acometía lo hacía humillado y con empuje. Una gran serie con la mano derecha, en la que le cogió el ritmo de manera perfecta, precedió a un trasteo voluntarioso, muy largo y de poca brillantez.
Mucha menos disculpa tiene Morenito de Aranda, con un amplísimo bagaje como novillero, y a las puertas de la alternativa.
El joven no midió en el caballo al noble primero, y el animal llegó muy apagado al último tercio.
Un par de series en redondo de buen trazo en éste, y una valiente larga en la puerta de chiqueros, dos más en el tercio y un muy buen toreo a la verónica al cuarto de la tarde, fueron lo mejor de su actuación.
Lo peor, que a este buen ejemplar que hizo cuarto lo toreó demasiado en corto, con muletazos de escaso sello, y demasiado agarrotado para el oficio que tiene. Lo de Tomás Preciado (las referencias para torear esta novillada de lujo no sabemos dónde las buscará la empresa), tampoco fue más positivo.
El manso tercero, aunque noble, no decía nada al embestir, pero en el sexto, el mejor de la tarde, quién no dijo nada fue el novillero. Voluntarioso, pero destemplado, mecánico y con poco sitio, pegó muchísimos pases para no sacar nada productivo.