BAYONETO
MADRID (España). Algo está cambiando en Madrid, aunque sea muy despacio, muy camuflado. Dos ferias, la de San Isidro y la de Otoño cambian la faz de una plaza dura como su granito. Lejos de la sensiblería ( Las Ventas es un coso capaz de lagrimear leyendo a Dickens: el pobrecito desvalido en la interperie y esos tópicos navideños) y más apegada al real valor de lo taurino, se ha premiado a Rivera Ordóñez, Frascuelo, Uceda Leal, Matías Tejala, Iván García y a Fernando Robleño. No hubo margen para el apoyo al huérfano y al desheredado, personajes tan amparados por la masa de la piedra otras veces. Hubo razón, sentido. Sensibilidad.
Al margen de gustos, un torero dejó claro que quiere entrar en el reparto de papeles: Fernando Robleño, al que le lloverán ahora mil y un pretendientes para la boda de apoderamiento. Su palmarés en Las Ventas es largo, extenso, como su toreo seguro, valiente sin alejarse de la razón, del riesgo que nace en el conocimiento de toros como los de Victorino Martín y los de su primo Adolfo. Robleño está muy alejado del glamour, nunca será del papel couché, vivirá marginado de la poesía, más cercano al drama. Pero es un torero que en Madrid se crece y actúa sobrado.
Cuestión de semántica: Robleño indultó en Madrid a Victorino ( no a un «victorino«) con su faena al sexto. Iba la corrida camino del San Benito, con el burro a las puertas del coso para la procesión de escarnio y el torero apabulló al toro. Se libró Victorino Martín pero para la reflexión queda una corrida con algunos chicos, con una indulgencia plenaria en los reconocimientos. Eso también es Madrid: una vara de medir para unos y otra para otros. Además, una corrida estrecha y sin carnes, a veces sin trapío por delante, se movió poco en una mezcla de blandura y ausencia de la raza de otras veces. Que alguien tome nota.
En El Pilar, lo mejor, la ofrenda floral: se repitieron los problemas de los toros, desiguales en presencia, de escasa bravura, de pobre espectáculo. Dos toreros de la tierra: Jesús Millán y Paulita, fueron lo más destacado en un ciclo que vuelve a dejar a sus gestores en la picota. Así es el toreo: se cuenta con los resultados, no con las intenciones, por muy loables que éstas sean.
No obstante, la idea del grupo Casas-Patón-Villar Mir para Madrid seguro que será generosa. Se conoce por el pliego anterior como se conoce la idea de gestión de los Lozano por su historia en la plaza capitalina . Falta por conocerel modelo de gestión y la oferta de Ruedo Madrileño (que en su modelo de Ruedo Valenciano han realizado una buena campaña), qué busca Balañá en Las Ventas y qué ofrecen Justo Ojeda y Paco Dorado.Eso será a partir del día 16, fecha de finalización de la presentación de las plicas ofertantes. Si en la mitad de los extremos está lo razonable, veremos entonces que oferta se aleja de lo cutre y no llega al aventurismo de lo irrealizable. Ideas, imaginación, aportaciones…serán todas bien venidas. Nuestro deseo de suerte para todos y que el concurso llame la atención por su transparencia.
Antes de despedir esta semana narrada en río, hablar de un matrimonio roto: el de Luis Álvarez y Antonio Ferrera. Mejor roto que no juntos y a la greña. Álvarez y Ferrera caminaban a velocidades distintas, en la misma vía, pero a veces en la dirección opuesta. Ferrera se amparaba en un entorno familiar opinante y discrepante de Álvarez. Vamos, que había disputas. Y como no son gente de Oxford ni de la Complutense, las disputas eran peleas. Por eso, mejor separarse, repartir bienes y desearse (si lo desean) suerte en este mundo de suertes encontradas.