Morante salió en hombros con mejor faena de la Temporada Grande
Vídeo del faenón de Morante en La México I TAUROAGENCIA
MUNDOTORO > México DF
Y reventó la Temporada Grande. Morante cuajó su gran faena en la Monumental. Una obra de inspiración, de pellizco, de torería… y de hondura, profundidad y, sobre todo, de lentitud. Morante lo hace todo despacio. Como habla y reflexiona el toreo. Lento. Obra de arte creada con la despaciosidad del toreo que se mece, se acuna. Del toreo dormido. Faenas que solo se pueden soñar con los ojos cerrados.
Morante también es capaz de predecir su futuro. Un quite garboso por sevillanas chicuelinas fue el preludio de lo que venía a continuación. Desmayo y elegancia. José Antonio se dobló rodilla en tierra para poner al día las tauromaquias decimonónicas. Del tercio a los medios donde empezó la sinfonía. Después la locura… Un pase de las flores, un pase de pecho a la hombrera contraria para seguir jugando con el toro en un cambio de mano tocándole los costados. Torero para paladear. Para seguirlo soñando. Al natural, encajó los riñones y remató los muletazos donde terminan los sueños. La México era ya un manicomio. No existía la velocidad. ‘Debutante’ tardaba una eternidad en pasar por la bragueta del sevillano. Morante no se cansó. Un cambio de mano antes de irse a por la espada provocó una catarsis colectiva. ¿Y la estocada? Sin puntilla. La gran faena del genio en La México.
Morante se sacó la espinita que tenía con México también en el toro que abrió la tarde. Desde los ayudados de inicio, Morante acarició al bien presentado primero de Teófilo Gómez, para llevárselo a los medios con mucha torería. Fueron tres tandas con la mano derecha: largos, profundos, templados. Desde la primera para consentirlo y meterlo en la muleta, hasta la última para obligarlo y exigirlo. Muletazos soberbios. No pudo rematar la obra la floja condición del astado por el pitón izquierdo ni en el primer tercio donde apenas se empleó. Mató de estocada habilidosa.
El Payo supo sobreponerse a la locura morantista que se vivió unos instantes antes en el quinto. Con la dificultad que entraña salir al ruedo después de que el público se emborrache de toreo, el de Querétaro firmó una actuación de madurez plena. Estuvo muy por encima del desagradecido quinto, pisándole el terreno y arrancándole las medias embestidas que apenas tenía. El público le obligo a saludar una ovación.
La raza esta vez la puso El Payo. Al segundo también le faltó fondo y, pese a su nobleza, fue de complicada conexión con el tendido. Comenzó la labor con una arrucina en el tercio pero las ganas quedaron supeditadas a la sosa condición del astado. Le robó una buena tanda sobre la mano derecha y, en las postrimerías de la faena, muy quieto en los terrenos del toro. Erró con el descabello.
La historia del tercero fue imposible desde que salió por chiqueros. Muy protestado, tampoco le acompañó el juego. Armillita IV se estrelló ante el anodino toro que corrió en suerte. Se excedió de metraje con el sexto porque su condición no fue para alardear. Armillita quiso en todo momento para justificar su actuación.
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