La falta de raza, la mansedumbre y el nulo juego de los toros de La Laguna han emborronado el tercer festejo de rejones de la Feria de San Isidro, en el que los cuatro jinetes estuvieron por encima de las reses.
Luis Domecq tuvo una entonada actuación, aunque sin grandes cimas, frente a un toro rajado y sin raza que se aquerenció en tablas y se puso difícil para matar.
Muy meritoria fue la labor de su hermano Antonio (en la imagen), que brilló en el tercio de banderillas montando a Óleo, un caballo que mostró su calidad ante las dificultades del toro. Lástima que el de La Laguna se lastimara la pata derecha en un capotazo y el rejoneador jerezano tuviera que matarlo sin poder rematar la actuación.
Sergio Galán dejó una excelente tarjeta de presentación en Las Ventascon una faena de gran mérito y mucha exposición, en la que tuvo que poner toda la carne en el asador. Lo paró de forma magnífica sobre Duende y clavó banderillas sobre Montoliú y Cisneros, teniendo que descabellarlo, por lo que saludó una ovación.
Igual que Diego Ventura, que sorteó un toro reservón y violento al que el joven rejoneador templó de forma excelente, exponiendo mucho al clavar banderillas sobre Cacao.
Los hermanos Domecq resolvieron con oficio, aunque sin brillantez, la lidia de su toro de colleras, otro manso, soso y distraído que tampoco ayudó.
El que cerró plaza fue el tuerto en el país de los ciegos, aunque también terminó aplomado y en terrenos de tablas. Galány Ventura pusieron toda la pasión en su quehacer. Lástima que al final la labor se emborronara al fallar varias veces con el descabello.
En definitiva, sin material es imposible realizar la obra.