Con poco menos de un tercio de plaza se ha celebrado la vigésima corrida de la temporada en la Plaza México, con una gran faena de Fernando Ochoa malograda con la espada como nota relevante, perdiendo así el diestro de Morelia ( Michoacán, México) la oportunidad de un triunfo de puerta grande.
El festejo inició con la participación del rejoneador Giovanni Aloi, quien anunció que ésta sería su última tarde en La México, restándole dos participaciones en plazas de provincia al lado de el triunfador de toda la República mexicana, Pablo Hermoso de Mendoza. Aloi se topó con un manso que ofreció muy pocas embestidas, se mostró alegre y, a pesar de cambiar el primer tercio con un sólo rejón de castigo, el astado no acometía a las cabalgaduras del jinete capitalino que despachó al astado de dos estocadas, para escuchar leves palmas.
El primer espada, Guillermo Capetillo, nos dejó en claro que ya nada tiene que hacer en los ruedos, su falta de valor le impidió mostrar siquiera aquellas pinceladas de arte que le caracterizaban. Regaló un séptimo toro para la lidia a pie, sólo para escuchar más protestas y causar más disgusto entre los pocos que aún permanecían en el coso. Una tarde que bien pudiera ser su última en esta plaza.
Finito de Córdoba se ha pasado la tarde entera mostrándonos sólo detalles, además se mostró fuera de sitio y entre altibajos. Con el segundo de la lidia ordinaria, mostró algo de lo que le ha llevado a un sitio preponderante en la fiesta, pero no logró cuajar la faena que su toro parecía permitir, por lo que los aficionados le protestaron. En fin, que la tarde no ha sido para el recuerdo del cordobés nacido en Barcelona.
Fernando Ochoa parece salir del mal momento en que se encontraba, si bien dejó escapar un triunfo que le hubiese servido muchísimo en su panorama actual. Dejó constancia del buen momento que atraviesa. Le tocó en suerte un gran toro, de hermosa lámina y con trapío, astifino como ninguno de los de Xajay lidiados el pasado 5 de febrero y con catadura como pocas ocasiones se ve un toro por acá. Bravo, noble y con clase, por momentos lo bordó Ochoa, con temple y largueza ha toreado, sin embargo los dos pinchazos previos a la estocada mortal le han dejado las manos vacías. ¡Qué pena!
Sin duda que el encierro de Xajay ha sido mucho mejor presentado que el lidiado en esta misma plaza el pasado 5 de febrero, toros con cabeza, y todos astifinos, contrastando con los toros astigordos de hace veinte días, destacando el juego de los lidiados en segundo y tercer lugares de la lidia ordinaria, siendo devuelto el sexto para los de a pie por un indigno trapío.