El final de feria, quinto festejo, toros bien presentados, pero sin nada dentro y festejo en el que predominó la vulgaridad y los silencios.
La corrida comenzó con un minuto de silencio en memoria de Miguel Criado ‘El Potra‘ tras el paseíllo y se rompió en el sexto cuando Fernando Robleño mató de estocada, y el caballero del palco, muy calladito y sin menearse durante toda la tarde, se lió la manta a la cabeza y concedió una oreja. Robleño pudo hacer algo más, ya que el toro que tenía enfrente lo merecía, pero no se entendieron animal y hombre.
Antonio Ferrera pasó apuros en banderillas en su primero y no levantó los aplausos que normalmente escucha en este tercio, en el cuarto, tras una desigual colocación de los palitroques.
Miguel Abellán, cuando menos, se puso en el sitio en su primero e intentó agradar, aunque con el segundo de su lote se perdió obligatoriamente ante un toro sin contenido.
Adiós a una feria en la que se regalaron muchas orejas, se le quitó una a El Juli y César Jiménezfue el más galardonado. Lo mejor, Uceda en los inicios de la faena del sexto toro, del día de San Lorenzo, y las reses de Juan Pedro Domecq. Lo peor, una presidencia sin criterio y que necesita un cambio, y el feo detalle de Antonio Caba, al pisar el rabo a un toro y encararse chulescamente con el alguacilillo.