El mano a mano entre Víctor Puerto y El Juli en la Corrida de Beneficencia de Ciudad Real tuvo carácter de acontecimiento. Un festejo triunfal que terminó festivo y triunfalista, con los toreros y el mayoral de Sancho Dávila por la puerta grande. No seré yo quien discuta los trofeos concedidos por petición mayoritaria, ni las ovaciones tributadas a los toros, pero sí quien juzgue que ninguna de las embestidas de los de Dávila se concretó en una faena robusta y cuajada.
La tarde comenzó con dos largas cambiadas de Puerto al que abrió plaza. Quitó por navarras y pasó por estatuarios a un toro al que le faltó fuerza. A partir de ahí, siguió una faena con muletazos a media altura en la que sobresalió el toreo de Puerto con la diestra. Al final se pegó un arrimón junto a tablas y dos pinchazos previos a una estocada casi entera y caída le hicieron perder el primer trofeo de la tarde.
Su segundo tuvo más calidad y fue noble, como todo el encierro, pero también acusó la falta de motor. Víctor le planteó una faena inteligente en la que sacó muletazos buenos, pero la falta de fuerza del astado le impidió alargar y ligar más los muletazos. Esta vez mató de una gran estocada y a sus manos fueron las dos orejas.
Al quinto, Puerto lo pasó por su capote con el mejor toreo a la verónica del festejo. Acto seguido le cuajó una faena en la que supo combinar, con la dosis justa, un toreo efectivo con otro más efectista. A los rodillazos del comienzo le siguieron muletazos largos y cadenciosos, sobre todo por el pitón derecho. Si no llega a ser por el mal uso de la espada habría cortado más trofeos.
El Juli estuvo toda la tarde entregado, haciendo alarde de sus facultades en todos los tercios. Con el capote buscó siempre el lucimiento, con las banderillas estuvo simplemente soberbio y con la muleta siempre por encima de sus ejemplares.
Su primero se quedó siempre corto en la muleta y no permitió la continuidad de la obra. Aún así, El Juli consiguió algunos muletazos citando en corto que le valieron un trofeo. Al cuarto, el madrileño lo recibió de hinojos con una larga cambiada, para realizar después un jaleado quite por lopecinas. Julián consiguió en este toro, el de más recorrido y transmisión, los mejores naturales de la tarde. Sin embargo, al final de faena el animal se fue parando y Julián tuvo que optar por un toreo de cercanías, que alcanzó su cima en un circular citando de espaldas que tuvo mucho eco en los tendidos. Pinchó repetidamente el de Velilla y perdió los trofeos.
En el sexto salió con la intención de que no se le escapara la puerta grande y lo consiguió. Pecó casi de exceso de ganas ante un toro que tomó bien la muleta a base de provocarlo mucho. Faena de conexión con un público que estuvo siempre muy receptivo con todo lo bueno que hizo el madrileño.