Todo está en situación de multiplicar la confusión inicial. Asistimos, más perplejos que expectantes, a la quiebra continuada de una mínima lógica que ha sido palabra de honor en el toreo. El culebrón del Domingo de Pascua en Sevilla, fue continuación de la esperanza de la vuelta de Talavante, y, al mismo tiempo, la frustración de Arles. Una partida de ajedrez sin ajedrez, de carambola, en donde la perplejidad por saber que mandar en el toreo, ahora, es dejar fuera a alguien que se lo ha ganado a ley, es superada por otra perplejidad: que para tapar un feo del sistema se recurriera (en tercero bis) a una víctima y por tanto, símbolo del anti sistema. Dos y dos suman ciento quince con cuarenta y cinco.
Una partida de ajedrez sin ajedrez, de carambola, en donde la perplejidad por saber que mandar en el toreo, ahora, es dejar fuera a alguien que se lo ha ganado a ley, es superada por otra perplejidad: que para tapar un feo del sistema se recurriera (en tercero bis) a una víctima y por tanto, símbolo del anti sistema.
Las agujetas que sufrieron nuestros párpados al parpadear no fue óbice, cortapisa ni valladar para seguir parpadeando en un concurso de a ver quién logra la medalla de oro por lo inaudito. Talavante cambia el masculino no inclusivo del “bombo” por el femenino exclusivo de la “bomba” de su contratación madrileña antes que nadie y por encima de todos. Una bomba que no parece estallar en toreros que sostuvieron el masculino el año pasado, léase Roca Rey, o que lo bordaron cum laude, Ferrera o que se ganaron ser primus inter pares, como Paco Ureña. Lo de primo inter pares es para cultos, cierto. Pero, coño, de vez en cuando busquen un libro.
Cambia tu opinión, pero mantén tus principios, escribió Víctor Hugo. Que te nazcan nuevas hojas, pero siempre desde las mismas raíces. Cambiar bombo por bomba no desacredita ni a la bomba ni al bombo. Sólo lo ubican en su justo lugar. Que suele ser la imaginación, y de eso Simón Casas tiene excedente. Yo ni entro ni salgo en eso. Entro en esto otro que se ha convertido en una frenética carrera por el culmen de la sinrazón, la falta de juicio, el talento escaso y la escasez de una parte, al menos una parte, de dignidad. O de la dignidad mal entendida.
Miren. Mandar en el toreo es la hostia. Palabra con la queda explicado el mando, aunque no sea de la manera más educada. Pero la hostia no es ejercer el poder o el mando para dejar fuera de Pascua a Aguado (podría haber escrito eso de “hacerle la Pascua”, pero eso se le ocurre a cualquiera). Si Gallito hubiera ejercido su poder de esta manera, dudo de la existencia total de Belmonte. Mandar, a lo mejor, es decir: oiga, que el año pasado yo fui el bombo entero y la bomba entera y usted se sienta primero con alguien que estaba de vacaciones. Por ejemplo. O, por ejemplo, si Ureña se queda fuera de Sevilla porque considera, en la ubicación de su dignidad, que lo ofrecido no es a modo, debería mantener el mismo criterio en una plaza en donde, por justicia, ha de ser el primero. Ferrera también podría decir algo al respecto.
Mandar, a lo mejor, es decir: oiga, que el año pasado yo fui el bombo entero y la bomba entera y usted se sienta primero con alguien que estaba de vacaciones. Por ejemplo
Estamos pues, ante una veloz carrera hacia lograr lo más perplejo, que no sería nada de nada si no fuera que hay apoderados que teclean teléfono para quejarse en queja razonada sobre estos asuntos. Pro lo hacen como queja, cuando lo que han de hacer no es quejarse sino ejercer derecho ganado. No pueden decirle a la prensa que haga su trabajo. La prensa está para trasladar al público su derecho justo. Lo que sucede, elevando la perplejidad a cotas increíbles, es que todo esto forma parte de un encefalograma mas bien plano.
Aquí nadie quiere poner rostro a su derecho. Parece como si hacerlo tuviera represalias del ¿sistema? (una sonrisa, por favor). Será que, de repente, hemos inventado un sistema inexistente que consiste en que el anti sistema llega al rescate del sistema (Pascua, Sevilla). Un sistema inventado por el cual el que adquiere el derecho y se le niega, no se ofende. Gran invento este sistema. Es genial. Muy plano y adocenado, pero genial. Uno muy distinto al de no hace tantos años, cuando en el toreo todos los caminos eran válidos cuando la razón asistía.
¿Imaginan a Juan Bautista saltando a un toro de Talavante para decirle que a lo mejor esto no es así? ¿Imaginan a Ureña pidiendo, no uno, ni dos, sino tres manos a mano con Talavante o a Roca Rey pidiendo lo mismo? Ideas que no van contra nadie, sino que alimentan lo que necesita el toreo: agitación, retos reales, movimiento, esperanzas.
Caminos que daban vida al toreo. No hacía falta tener el mando, sino tener razón, cuando Miguelín saltó al ruedo de Las Ventas vestido de traje a un toro de El Cordobés, porque éste había cogido los toros de su corrida, al ser rechazados los de El Pelos. Eso no se le va a ocurrir a torero alguno porque este sistema inventado tan genial hace que el anti sistema jamás haga otra cosa que ser bien educado. ¿Imaginan a Juan Bautista saltando a un toro de Talavante para decirle que a lo mejor esto no es así? ¿Imaginan a Ureña pidiendo, no uno, ni dos, sino tres manos a mano con Talavante o a Roca Rey pidiendo lo mismo? ¿O a Ferrera pidendo lo que considere pedir? Ideas que no van contra nadie, sino que alimentan lo que necesita el toreo: agitación, retos reales, movimiento, esperanzas.
Estamos faltos de agitación. De actuaciones, de retos, faltos de movidas, de rivalidad lanzada al público, faltos de esa hostilidad honorable, gallarda, de tío, si se me permite la expresión. Agitar. Dejar esta falsa educación del bien estar. Faltos de ruido cabal y honorable que traslade al público que esto está muy vivo. Porque no existe el sistema. Existe la inexistencia de cualquier gesto torero de antaño. No hace tanto, cuando mandar era mandar, rivalidad era competencia, retos no eran tretas y cuando dos más dos no sumaban ciento quince con cuarenta y cinco.