Se divirtió el público de Badajoz en la corrida de rejones gracias al buen juego de los toros que envió el ganadero Luis Terrón y, lógicamente, porque ante ellos hubo tres caballeros que son la flor y nata del rejoneo actual.
Abrió plaza Joao Moura con un toro noble que tuvo calidad y templanza, pero si algo destacó en el rejoneador portugués fue precisamente también el temple que imprimió durante su lidia. Toreó con Belmonte en banderillas y sacó a Madroño para clavar manojos de rosas, componiendo una obra muy sabrosa, técnica y artísticamente. Necesitó usar el descabello y el premio se quedó sólo en una oreja. Con el cuarto basó su faena en los quiebros, dando siempre distancia al toro, citando de lejos y haciendo los encuentros prácticamente en los medios.
Hermoso de Mendoza llevaba bien encaminada la lidia del segundo de la tarde, un toro mansito pero manejable, que se lesionó de los cuartos traseros al clavarle la segunda banderilla con Albaicín. Ante esa circunstancia, la faena se vino abajo y el navarro optó por matarlo ante la imposibilidad de lograr lucimiento. Con el quinto realizó una faena que conectó mucho con el tendido, en la que destacó un par a dos manos montado sobre Mariachi, con el que puso al público en pie.
La labor de Cartagena ante el tercero resultó muy completa pero perdió un triunfo grande al fallar con el rejón de muerte. Antes, había formado un lío con Guitarra, que resultó herido en una de las cinco piruetas que hizo en la cara del toro. Siguió al mismo nivel con Esfuerzo y terminó con la ronda de cortas, para lo que utilizó a Brasil. En el sexto destacó la espectacularidad de los quiebros con Quito y un par a dos manos sobre Galopea. Esta vez sí acertó al matar, lo que le valió para cortar las dos orejas que le permitieron salir en hombros junto a sus compañeros.