Minutos antes de que empezase la corrida de esta tarde, se comentaba, entre los aficionados, que el cartel que había confeccionado para esta tarde la empresa contenía, sobre el papel, los dos aditivos fundamentales para que el festejo fuese lucido, y la verdad es que no se equivocaron. Hubo toros, de Adolfo Martín, que presentaron muchos problemas a sus matadores pero que dieron un juego interesante. Y hubo toreros. Uno pletórico, Fernando Robleño, que se encuentra en un gran momento y que sacó todo el partido posible a sus tres oponentes, cortando una merecida oreja en el segundo de la tarde, y dando una aclamada vuelta en el cuarto, y otro, Luis Miguel Encabo, que rezuma torería, que intenta cuidar todos los aspectos de la lidia al máximo y que está pendiente siempre de lo que pasa en el ruedo.
El público tenía ganas de volver a ver a Robleño, ya que en sus últimas comparecencias en Las Ventas había cortado orejas y había perdido en dos ocasiones la puerta grande por culpa de la espada, y la verdad es que no defraudó. Recibió a su primero atemperando los saltos del toro a base de temple y de manos bajas con el capote. Comenzó la faena tragando y viendo como se le colaba el de Adolfo por ambos pitones, pero no se amilanó y a base de consentirle y de alargar sus embestidas, templándolo mucho y llevándolo muy tapado, consiguió que el toro se entregase en una decena de muletazos. Una decena que no fue fácil ejecutar, ya que el espada tenía que colocarse en el sitio correcto y cruzarse al pitón contrario y tragando mucho. El público vibró y agradeció el esfuerzo de Robleño y tras una estocada y un descabello le premió con una merecida oreja.
El cuarto era un toro mansote y soso. Volvió a brillar el de San Fernando en el manejo del percal, tanto en el saludo, como en el quite por chicuelinas que ejecutó. La faena la comenzó llevando al toro con mucho gusto hasta la ralla, donde dejó al toro situado, para darle distancia y dejárselo venir de lejos, enjaretándole dos buenas series de muletazos por el lado derecho. Con el público ya caliente, cambió de mano y bajó el tono de la faena, ya que el animal cortaba por ese pitón. De nuevo con la diestra intentó lucir al toro, pero para entonces éste ya se había acabado y embestía con la cabeza a media altura y sabiendo lo que dejaba atrás. Lo mató de estocada y descabello y paseó de nuevo el anillo.
Al sexto, al que recibió con una larga cambiada, le sacó los pocos buenos muletazos que tenía por el pitón izquierdo, y lo intentó con mucho valor por el derecho, pero el animal no colaboró con el espada y además éste mató mal, por lo que se hubo silencio para su labor.
Encabo es un torero que busca siempre cuidar al máximo los detalles de la lidia y por eso gusta en Madrid. Esta tarde ha vuelto a dar una lección de colocación en el ruedo y de conocimiento de la lidia, estando muy pendiente en todo momento de lo que sucedía en el ruedo. Aunque su lote no le ha permitido lucir en el toreo fundamental, el cartel de Encabo no ha perdido ni un sólo punto en su cotización. Con el capote ha estado fácil y brillante, destacando el quite al tercero de la tarde y las verónicas que le recetó al quinto para recibirlo. En banderillas se ha mostrado eficaz, y con la muleta solvente. Su único pero ha estado esta tarde en el manejo de los aceros. El público le ovaciono fuertemente al acabar con su último toro, como premio a la labor de toda la tarde.
Los toros de Adolfo Martín han resultado complicados para el torero y han tenido mucha movilidad. En el caballo han destacado; el segundo que apretó con los riñones y la cara abajo en el peto, y tercero y quinto que se arrancaron desde lejos. El resto cumplió.