Eso es lo que parece el madrileño Rafael de Julia, un torero que, con tan sólo cuatro corridas de toros en su historial, tiene la cabeza de un matador que llevase años en el escalafón superior. Tiene las ideas claras, como ha demostrado hoy en Aranjuez, en una tarde en la que, con el mejor lote -bien es cierto-, ha conseguido abrir la puerta grande. En el tercero, Rafael de Julia estuvo inteligente. Dibujó una faena muy completa, en la que la variedad fue una de las notas predominantes. Recibió al toro con unos lances a pies juntos e instrumentó después un ceñido quite por chicuelinas, para luego, con la muleta, darle sitio al toro, que es lo que necesitaba. Cortó una oreja.
Con el sexto anduvo sobrado. El animal necesitaba que le dejara la muleta puesta, le perdiera un paso y, sobre todo, no le agobiase. Eso es lo que hizo De Julia, una faena inteligentemente planteada por un torero que ha dejado claro que además de tener gusto tiene cabeza.
La tarde se tornaba sosa y muy aburrida, en un festejo en el que los toros echaron por tierra cualquier posibilidad de diversión. Se lidiaron dos de Guadalest y cuatro de Jarrama, el quinto como sobrero, nobles pero inmensamente flojos. Destacó el tercero, de más recorrido.
Morante de la Puebla no tuvo toro en su primero. El sevillano toreó con tanta lentitud que, por un momento, parecía que estaba toreando un carretón. El toro fue muy flojo y Morante estuvo por encima de las condiciones de su enemigo, instrumentando muletazos de infinita belleza. En el cuarto no quiso seguir. Simplemente vio que no tenía material para hacerlo y decidió matarlo, después de comprobar que no tenía de donde sacar.
Miguel Abellán tuvo muy mala suerte. En el segundo de la tarde se alargó demasiado con una faena que tuvo altibajos. Hubo momentos de brillantez, como el excelente circular completo que ejecutó, y otros menos lucidos. Fue ovacionado. Recibió al quinto bis con tres largas cambiadas, un sobrero que sustituyó al inválido de Guadalest. Sin embargo, antes del tercio de varas, el animal se partió un pitón por la cepa al derrotar en un burladero por lo que, increpado por el público, decidió acabar con él.
Lástima de tarde, en la que tan sólo un gran torero, Rafael de Julia, puso la nota de brillo en un festejo en el que no hubo toros.