¿Esto es el ‘torismo? ¿Puede haber alguien que disfrute con esto? ¿Cómo? ¿O el ‘torismo’ es lo de Hernández Plá del otro día? ¿A quién le gusta esto? ¿Se entiende ahora por qué las figuras no se anuncian con esto? ¿Existe el más allá? Son preguntas que se quedarán sin respuesta porque no hay sitio, aunque se responden fácilmente. Hay otras preguntas más fáciles de responder como, por ejemplo: ¿Estuvo bien Joselito? Sí, estuvo. ¿Triunfó? No, no triunfó. ¿Por qué no triunfó? Porque no hubo toro para semejante torero. ¿La gente se lo pasó bien? No, la gente se lo pasó más bien mal. ¿Crees en Dios? Sí, creo. ¿Y en los Lozano? Más aún, esta empresa es de quitarse el sombrero.
La plaza llena a reventar. ¿Y cuándo no? Con permiso de Antonio Burgos, si hasta cuando torea Chicha, Machicha, Nolete y Agustín el del Carretela plaza se llena… Como para no quitarse el sombrero.
Pero hoy, además, estaba Joselito (en la imagen) con una corrida ‘dura’. Una corrida dura que fue blanda, mansa y descastada. Una corrida dura que no duró mucho porque los animales no podían, y eso sin humillar. Una corrida que fue un asquito, vaya.
– Pues yo no oí eso de: ‘Vaya mierda de ganaderíaaaaaaa’.
-Ni yo.
En fin. Esplá celebraba sus 25 años de alternativa y no pudo hacerlo peor. Lo de la celebración, se entiende. Dos mansos, el primero con peligro y el segundo desesperadamente soso. Esplá estuvo como siempre, o sea, digno, que no es poco ante semejante par de animales.
Joselito estuvo bien; motivado y deseoso. Llegó como turista a la corrida torista y demostró por qué hay turistas que nunca más vuelven a algunos lugares. ¿Qué hizo Joselito? Torear soberbiamente a dos animales que, por consideración a la raiz de la palabra torero, no pueden llamarse toros. Y no por la apariencia, ojo, que aquí nadie menosprecia al toro de lidia. Pero ni su primero, que en el fondo tuvo clase pero también flojedad, ni su segundo, un manso muy soso, le permitieron el triunfo.
Sí el lucimiento, porque Joselito toreó bellamente en momentos, cuando pudo, como cuando se puso a tirar del soso segundo con temple. Pero el animal no permitía la ligazón y ya se sabe. Joselito estuvo bien y por nuestro bien, no volveremos a verlo con esto.
El Cid tuvo delante al único toro que dio juego de la corrida. Pero entiendo como juego a dos niños se pusieran a ver quién le atiza al otro con una piedra en la frente, o sea, un juego terrible. Un toro -el sexto- que desarrolló peligro -curiosamente el mejor hecho- que se revolvía que rebañaba, que buscaba. La faena fue un continuo sufrimiento, pero El Cid solventó la situación.
Su primero, al que brindó a Gómez Escorial en un detalle torero, fue otro noblote soso con el que se vio a un Cid templado. El toro no daba para más. Eso sí El Cid se eternizó para matarlo. Si esto es el ‘torismo’, qué poco quieren al toro.
FOTOGRAFÍA: MAURICE BERHO