Víctor Puerto, José Luis Angelino y Pepe López, en el cartel
Resumen musical de la 11ª de la Temporada Grande I TAUROAGENCIA
MUNDOTORO > México D.F.
Alto y claro. José Luis Angelino alzó la voz en el último festejo del 2015 en la Plaza México. Se proclamó como el último triunfador del año en Insurgentes y ha hecho una llamada de atención para que cuenten con él el año próximo no sólo en la Plaza México, sino también en el resto de plazas de la República. Todo eso se vio en una corrida muy bien hecha y entipada de De Haro, cuya tipología no se correspondió con el comportamiento que luego desarrolló en el ruedo, porque la mayoría de los toros mansearon en varas y luego les faltó fijeza y raza en la muleta. O lo que es lo mismo, una corrida en términos generales deslucida.
Frente a su lote, Angelino puso actitud desde el primer momento. Se fue a portagayola a recibir a su primer toro y banderilleó a sus dos astados. Puede que alguien diga que ha tenido el mejor lote, pero no es menos cierto que cuando un torero afronta un compromiso con esa determinación, los toros le sirven más. Victor Puerto tuvo un lote muy complicado y el público le censuró sus dos actuaciones. Pero sí aplaudió la voluntad del joven Pepe López, que sobre todo en el sexto mostró sus ganas de querer ser.
Serio el segundo, un remiendo de San Marcos tocadito de pitones y estrecho de sienes, al que Angelino saludó a portagayola para ya en el tercio tirarle dos largas cambiadas más de hinojos. Se lució en banderillas – destacó el último par por los adentros – antes de comprobar que en el último tercio el animal ni humilló ni completó el recorrido. El tlaxcalteca hizo de su entrega su principal virtud y su actitud cotizó en el tendido, sobre todo por cómo se sobrepuso a las condiciones del toro. Cortó una oreja tras una estocada cobrada con gran verdad.
Sin terminar de humillar y a pesar de salir suelto del peto y terminar rajado, el quinto al menos tuvo nobleza y esa virtud la aprovechó Angelino, de nuevo elegante en banderillas, para hilvanar series sobre la mano derecha en una labor emotiva, sobre todo en su primera parte, antes de que el toro se marchara a los tableros. Amarro la oreja y la Puerta Grande tras una estocada sin puntilla, previa a un pinchazo.
Se acabó muy pronto el tercero, otro cárdeno de sugerente lámina que en la tercera tanda comenzó a quedarse corto y a desarrollar sentido. Pepe López anduvo voluntarioso en el primer tramo de la faena y se dobló con él cuando aparecieron las complicaciones.
El sexto fue el único toro negro del envío. Sus hechuras difirieron un tanto del resto de sus hermanos pero su comportamiento resultó similar. Huido en varas, tomó finalmente una larga vara en el picador que hacía puerta. Por eso no se entendió la decisión del juez de plaza de condenarlo a banderillas negras, tercio en el que prendió sin aparentes consecuencias al subalterno Diego Martínez. En la muleta le faltó raza al animal pero no entrega al torero michoacano, que diseñó una labor al hilo de las tablas nutrida de animosidad y recursos y rematada de una buena estocada.
Bajo y bien hecho, el precioso cárdeno que abrió plaza manseó de modo ostensible en el peto, saliendo de najas en el primer encuentro y haciendo ruido de estribo después. Cortó y arreó para dentro en banderillas y a la muleta acometió descompuesto, midiendo a veces, sin entregarse nunca. Víctor Puerto brindó a Juan Pablo Corona y lo lidió sobre las piernas antes de fallar reiteradamente con los aceros.
Tuvo cuello el entipado cuarto pero no lo utilizo para humillar, pues fue otro animal sin clase, carente de fijeza y de muy deslucida condición. Victor Puerto lo lanceó con buen porte pero con la muleta el manchego no tuvo opción y su actuación volvió a ser censurada por el público.
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