Para recordar, un toro. Para recordarlo por todo: porque fue el mejor construido, un castaño bajo, corto de manos, con mucho cuello, largo, serio. Bravo desde la salida a la plaza y en caballo, recuperándose en banderillas y embistiendo siempre humillado, largo y con profundidad. Un toro dentro de una corrida desigual de tipo y peso, bien presentada uno a uno, algo complicada de enlotar. Y en ese entorno del gran toro, una faena larga y pulcra de Ponce, la capacidad de un nuevo Castella y dos tercios de banderillas de Ferrera.
Fue la tarde en línea recta. La línea recta la convierten en otros diagramas taurinos, entre otras cosas, la música. Pero en el País Vasco ésta es potestad del palco y el nuevo presidente hace mutis cuando la pide el público. Hace un año, la misma faena de Ponce, era de oreja, pero a la gente le suena que cuando la banda no suena, no debe de pedir las orejas. Es pecado de nuevo, es síntoma de no saber el demandarla si antes no hay músicaaaaaa.
Algo corto de cuello el primero, se desentendió de salida por el pitón izquierdo y la tomó mejor por el derecho y por ahí, casi al paso, Ponce lo toreó bien. Gana este torero en reposo y ganan sobre todos los segundos muletazos de cada serie. Al natural los marcó de uno en uno y, después de un pinchazo arriba, enterró el acero en el mismo hoyo. El sexto marcó claramente que su lote iba cargado: más estrecho de sienes pero grande, el animal se movió poco y su tipo le impedía meter la cara, así que la faena no tuvo relieve. Tampoco ayudó una voltereta completa del animal.
Abierto de cuna y menos carnes fue el segundo toro, que mientras se movió, demostró buena condición. Como casi todos, cumplió en varas y galopó en un tercio de banderillas del que sobresalió el tercero marca de la casa, por adentro y quebrando antes de recortarlo. El toro fue a menos, pero Ferrera resolvió bien sobre la zurda, sin que el toro terminase de empujar la muleta hasta el final. Una buena estocada precedida de pinchazo hizo que el público lo damnificara con una ovación.
En el quinto siempre se vio toro. Hizo diabluras Ferreraa cuerpo limpio con los palos pero con la muleta faltó acuerdo entre toro y torero. Al torero le costó tomarle el pulso en el primer cite: engancharlo por abajo y en el hocico y las tandas, con algunos muletazos muy largos y por abajo surgieron inconexas. Además pinchó cinco veces y perdió una oreja de un toro de nota.
Ninguno notable enlotó Sebastián Castella. Se aplomó en la boca de riego, dando la espalda la puerta de chiqueros y las espaldinas que pretendía salieron abortadas porque el toro echó el cuerpo arriba en síntoma de debilidad. Poco castigado en varas, su buena condición no fue suficiente para que se moviera y tras un inicio con dos pases cambiados por al espalda y un par de tandas con el toro doblando las manos, el torero se pegó un arrimón ligando pases desde la cercanía. Un achique de espacios soberbio frente a dos puntas antes de matarlo despacio y por derecho.
El sexto parecía un toro de Torrestrella, un burraco hondo, muy comido, cuajado y enmorrillado, que apretó en el capote por el pirón derecho. Tardo en los inicios, se movió poco y reponiendo y por eso no pudimos ver esa otra cara del joven torero francés, que contaba con esta tarde como una rampa más de lanzamiento. Mató al toro por arriba y el público se lo agradeció con una ovación.