A partir de la faena de muleta al cuarto toro de la tarde comenzó a llover, y cuando Pedritoentraba a matar la fuerza del agua era considerable. Por eso el público hizo poco caso a la labor del portugués, preocupándose por resguardarse y poco pendiente de una faena sin interés.
Pero el diluvio llegó en el quinto. Caía agua como si no hubiera llovido nunca y Víctor Puerto se fue a los medios con la intención de hacer una heroicidad. Estuvo entregado con el toro, que tuvo poco gas, y recibió un justo premio a su gesto.
Parecía que no se podía hacer más en esas condiciones, pero salió El Juli para formar un lío ante un buen toro al que se le dio la vuelta al ruedo. En ese momento, el piso era ya una piscina y el albero se había convertido en un barrizal. Con todos esos ingredientes, El Juli sacó su pundonor y cuajó al de Diego Puerta hasta lograr cortarle el rabo. Faena meritoria la suya con pasajes de toreo templado. Difícil templar en tales circunstancias.
La primera parte de la corrida tuvo poca historia. Lo más destacado fue la faena de Víctor Puerto al segundo, un toro noble con el que el torero construyó una obra variada y vistosa.
(FOTOGRAFÍA: CARLOS NÚÑEZ).