El avance social de España, miembro de pleno derecho de un mundo globalizado, parece descartar en su veloz camino la vigencia futura del toreo. Hasta ahora la historia de España y la del toreo caminaban de forma casi paralela, en un fenómeno de acción– reacción, historias unidas en la teoría social de José Ortega y Gasset. Sociedad española y toreo han evolucionado de la mano, de tal forma que un cambio de rumbo de la primera, se contestó por el toreo con otro cambio de rumbo. El toro y las formas de torear de hoy son resultado de estos cambios.
Pero hoy, la sociedad española ya no maneja sus cambios. El concepto de globalización ( unificación de las transformaciones sociales, culturales y de mercado de todos los países desarrollados) impide que la sociedad española tome decisiones de cambio de forma independiente. El timón del rumbo no nos pertenece, se encuentra en el puente de mando de las grandes economías,encargadas de marcar pautas sociales y culturales. Y el toreo no puede seguir ese paso. De la misma forma que una demanda social era contestada de forma inmediata por este espectáculo, ahora, el toreo no tiene respuesta a la globalización de cambios. Se queda atrás. Corre el riesgo de perder vigencia y de caer en la marginalidad.
Cúchares y Gallito, toreros y ganaderos, han ido elaborando los contenidos de la Fiesta de Toros de forma casi impecable. Pero ellos no contaban con la nueva identificación cultural de un mundo globalizado. Era una fiesta para nuestra cultura, para nuestro mercado, para nuestros sentimientos, no para Europa o Estados Unidos. En este punto estamos: retrasados socialmente. Que es lo mismo que retrasados en nuestro modelo de mercado y en nuestras propuestas culturales y sociales. Es decir, ahora sí, podemos hablar del peligro de la extinción.
La Fiesta de los toros debe de dejar a un lado esos tópicos de leyenda y tertulia nostálgica con los que siempre responde a los momentos de crisis porque ya no sirven. Con una época dorada en toreros : Espartaco, Rincón, Ponce, Joselito, José Tomás, El Juli, en apenas dos décadas, el mundo globalizado no encuentra vigencia social respecto a la fiesta. El toreo no tiene una estructura capaz de hacer frente a esta cultura global en la que la sangre de un animal en directo, se adivina como anacrónica y lamentable.
Es lamentable comprobar cómo, un invierno más, el toreo debate en su cocina los ingredientes de unas relaciones laborales y de mercado absurdas mientras el mundo avanza. Caín y Abelen la era de lo virtual. Se descompone el potencial empresarial taurino, se distorsionan los naturales papeles de representantes y representados, contratados y contratantes, al mismo tiempo que la sanidad globalizada y las leyes globalizadas minan a este espectáculo.
Mientras Europa y el mundo busca y encuentra una única norma cultural y de mercado para todos los países y todos los sectores, se fraccionan en el toreo las normas, reglamentos.El toreo se estructura con fuerza gremial en los subalternos y navega disperso y desunido en sus otros colectivos, mientras Bruselas decide si esos honorarios mínimos en litigio, serán papel mojado en unas décadas. Porque si el toreo pierde vigencia, los mínimos serán historia. Debatimos cómo pagar nuestra gasolina antes de comprar el coche.
El toreo tiene riqueza cultural, potencial de mercado, aportación genética, desarrollo biológico y ecológico, …pero no tiene a nadie que sea capaz de estructurar esta riqueza y subirla al carro de la actual evolución social.Es hora de rectificar sobre la marcha. Caín mató a Abel hace muchos siglos. La endogamia como modo de desarrollo desapareció hace muchos siglos. No se pude vivir de pasar la gorra, de pasarse toreros y plazas. Eso es, hoy por hoy, pasar de todo. El toreo tiene potencial para desarrollarse . Basta con una nueva conciencia de colectivo rico y fuerte para que siga siendo vigente. Está en nuestras manos.