Hasta cinco de los novillos de La Quintalidiados hoy en Las Ventashan brindado, en mayor o menor medida, posibilidades de éxito a los toreros. Únicamente el segundo, un utrero manso que se rajó por completo en los primeros compases de la faena, no dio ninguna opción. El resto tuvo como denominador común la casta, destacando el primero, muy noble, con recorrido y con clase en sus embestidas. Este novillo fue premiado con una gran ovación en el arrastre, y ovaciones de menor intensidad recibieron también cuarto, quinto y sexto.
Y si los novillos embistieron, ¿por qué no se cortaron orejas?, se preguntarán ustedes. Javier Valverdeno tocó pelo porque pinchó a sus dos oponentes. A su primero no le sobraban las fuerzas pero sus embestidas rezumaban clase. El salmantino fue capaz de extraerle todo lo que tenía a base de dejarle la muleta en la cara, logrando tandas brillantes sobre todo al natural. Con conocimiento y oficio, Valverdepisó terrenos comprometidos, saliendo airoso siempre. Se tiró a matar en el centro del ruedo en la suerte de recibir, pero pinchó y fue arrollado por el novillo, que le sorprendió en un arreón. Un nuevo pinchazo y cuatro descabellos dieron al traste con las opciones de oreja, quedando su premio en ovación con saludos tras aviso. El sexto, al que Valverdehabía lanceado con gusto y reposo, manseó en varas y llegó con muchos pies a la muleta. El novillero consiguió ligar las codiciosas embestidas del de La Quinta, siendo otra vez las series con la mano izquierda las de más calidad del trasteo. A raíz de una colada toreando al natural, el de Salamancaoptó por el toreo accesorio para rematar su labor, pero el descabello volvió a jugarle una mala pasada. Una gran ovación testificó que el salmantino no ha perdido crédito en Madrid.
No se puede decir lo mismo de sus compañeros de terna. Martín Quintanatuvo el mejor lote y no supo aprovecharlo. El primero, Medianerode nombre, fue un novillo bravo, que embistió siempre humillado y con mucha calidad. En banderillas, arrolló al peón Sergio Rubialesa la salida de un par y lo empitonó contra las tablas, en un percance que, por verdadera fortuna, no tuvo consecuencias. Quintanale dio muchos pases con ambas manos pero en su mayoría fueron en línea y sin rematar los muletazos detrás de la cadera. El público esperó en las primeras tandas pero, a partir de la cuarta, comenzó a impacientarse y a tomar partido por el novillo, que no paraba de embestir con nobleza y clase por ambos pitones. Al final, una gran ovación en el arrastre premió el juego del novillo, mientras que hubo leves protestas para el novillero. Más entonado estuvo Quintanacon el cuarto, al que planteó faena en terrenos de los tendidos cuatro y cinco. Allí, el novillero encontró el calor de parte de la plaza, que le jaleó un par de tandas con la mano derecha y unas manoletinas muy ajustadas que abrocharon la faena. Valiente y bullidor, mató de una estocada hasta la bola algo desprendida que dio paso a una petición de oreja minoritaria. Al final, recogió la ovación del público, escuchando las protestas del sector más exigente cuando salía a saludar.
Por su parte, el portugués Luis Vital Procunase topó con el garbanzo negro de la novillada, el segundo de la tarde, un novillo manso que se negó a embestir en los primeros compases de la faena de muleta. Antes, Procunalo había recibido con una comprometida larga cambiada a portagayola y lo había banderilleado con facilidad y facultades. Al quinto lo lanceó templado con el capote y volvió a estar variado y vistoso en quites. En uno de ellos, con el capote a la espalda, fue descubierto por el viento, que sopló durante toda la tarde, y estuvo a punto de ser volteado. A éste lo banderilleó con escaso acierto y en la misma tónica se mostró con la franela. El animal tenía recorrido pero Procunaacompañó sus embestidas, más que llevarlo toreado, y en ningún momento consiguió meter al público en la faena. La gente se impacientó con él y de nada sirvió un último intento por salvar los muebles en las cercanías de los pitones. Al final, pitos para el portugués y una nueva ovación para el utrero de La Quinta.