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El capricho del presidente, Mariano de Damas, ha robado hoy a Uceda Leal la posibilidad de abrir la segunda puerta grande de la feria. José Ignacio ya tenía media hoja abierta por la magnífica labor instrumentada al tercero de la tarde, marcado con el hierro de La Dehesilla, con clase pero con las fuerzas justas. Extraordinarias las chicuelinas, los estatuarios, los pasajes con la izquierda que tuvieron gusto, empaque y elegancia, y la certera estocada que puso en sus manos una oreja de ley. El madrileño lo tenía todo a su favor cuando salió el sexto de la tarde pero el usía, inexplicablemente, lo sustituyó por un sobrero que sí le hubiera dado razones, por su invalidez, para sacar el pañuelo verde. El torero se quedó sin toro y el público sin los dos.El granadino Pedro Pérez Chicote se llevó otro apéndice por los detalles de torería recetados a su primero, pero su error fue mayúsculo cuando dejó picar en exceso al quinto de la tarde, muy noble, y que llegó sin resuello a la muleta. El respetable, indignado, lo recriminó sin miramiento y devaluó sus méritos anteriores. Otro trofeo pudo haberse llevado Pepín Liria de no haber marrado con los aceros en el cuarto. Mucho mejor con este astado, al que instrumentó una labor que tuvo en la firmeza de plantas, el mando y la entrega sus notas señeras. El exceso de ganas con el que abrió plaza hizo que soliviantara en más de una ocasión la encastada embestida del burel y que no terminara de encontrarle la distancia idónea. En resumen, dos orejas en un encierro interesante.